Cuidado con la webcam de tu ordenador, te pueden espiar
A estas alturas a poca gente le sorprenderá esta afirmación. Las amenazas en la red se han vuelto cada vez más complejas, y una herramienta que utilizan muy a menudo los cibercriminales es la webcam. La cámara del ordenador puede ser una llave para chantajear al usuario, pero también se convierte en ocasiones en una forma de obtener imágenes comprometidas. Desde hace años existen programas llamados RAT (Remote Administration Tool) que sirven para controlar todos los aspectos de un ordenador infectado, tanto abrir programas como instalar malware, robar información y la propia grabación de imágenes y fotos con la webcam. Todo ello sin que el usuario se dé cuenta de lo que está ocurriendo.
Como se recoge en eldiario.es, el primer paso para que se pueda llevar a cabo esta labor de espionaje es que el usuario instale este programa denominado RAT. Normalmente, el hacker o cibercriminal se vale de un troyano para introducir este software malicioso en el ordenador del usuario. Las vías más utilizados para engañar a la próxima víctima son las redes sociales, las redes para compartir archivos P2P o el envío indiscriminado de correos electrónicos. En el primer caso, el troyano se suele esconder dentro de enlaces maliciosos que contienen información sorprendente (quién puede olvidar el falso vídeo de la muerte de Bin Laden). En el segundo caso, los cibercrminales esconden un archivo ejecutable dentro de archivos comprimidos en películas o discos de música. En el último tipo de ataques, el archivo se esconde dentro del correo electrónico.
RAT
Una vez infectado, el ordenador de la víctima se convierte en un “esclavo”. Esto supone un peligro muy grande ya que la amenaza ya no proviene de una fuente externa, sino que nuestros amigos y familiares pueden tratar de extender el RAT en nuestros ordenadores sin tener conocimiento de ello. El atacante incluso puede hacerse pasar por un amigo en una conversación de chat y convencer al usuario para que abra algún archivo infectado. Además de los peligros que se deslizan del robo de datos, los “esclavos” pueden sufrir un ataque todavía más personal. El hacker puede encender la webcam sin el consentimiento del usuario, y comenzar a grabar imágenes o programar la cámara para que se realicen fotos de manera periódica.
Un verdadero peligro si mantenemos una conducta natural frente al ordenador o portátil. Desgraciadamente, este espionaje se convierte muy a menudo en un modo de obtener imágenes y vídeos de mujeres y adolescentes. No solo de aquellas personas que dejan imágenes más comprometidas en redes sociales o que interactúan con la webcam de modo más personal. Basta con que la pantalla esté dirigida a la cama o al lugar donde uno se cambia habitualmente para que las imágenes captadas revistan mucho más peligro. Además de los programas antivirus que suelen proteger con bastante éxito de estas amenazas, una solución muy casera es la de desconectar la webcam cuando no la estemos utilizando (si usamos un ordenador de sobremesa) o poner un post-it en el objetivo.