'El Cañón Checo ' ha sido uno de los jugadores más importantes de la historia del fútbol checo. Nedved aunó potencia, talento y liderazgo dejando un huella imborrable tanto en su selección como la Serie A italiana.
Pavel Nedved (Cheb, Checoslovaquia, 1972) comenzó a despuntar en el fútbol europeo en el Sparta de Praga, club al que llegó en 1992. Fue en este equipo donde se fogueó en las competiciones continentales empezando a mostrar la velocidad y potencia características de su juego.
Nedved brilla con su selección
Su primer gran momento llegaba en la Eurocopa de 1996. Con tan solo 23 años era una de las figuras emergentes de una República Checa que contaba con grandes nombres como Karel Poborsky, Radek Bejbl o Patrick Berger. En el primer partido caía 2-0 frente a Alemania, pero en el segundo encuentro Nedved abría el marcador de la victoria contra pronóstico de su selección frente a Italia.
En cuartos de final se deshacían de Portugal, y en semifinales de la Francia de Zidane y Djorkaeff. El círculo se cerraba contra Alemania. Pero los germanos volvían a ganar, esta vez con un gol de oro de Bierhoff. Nedved y los suyos habían sido la revelación del torneo estando a un paso de recuperar el cetro conseguido 20 años antes con el mítico penalti de Panenka.
Pero Pavel se había presentando en sociedad y la acogida había sido notable. Ocho años más tarde, con un Nedved ya como capitán de su selección, Chequia volvió a estar cerca de dar la campanada, pero en la Euro de Portugal 2004 la sorpresa fue Grecia, que a pocos minutos del término del encuentro de semifinales, marcaba un tanto que alejaba de la final a los checos.
A nivel de clubes Italia fue la segunda casa del Cañon de Praga. El Lazio se llevó a la perla checa tras su gran Eurocopa en 1996. Nedved estuvo cinco temporadas con el equipo romano consiguiendo otros tantos títulos. El checo mostró su progresión para consolidarse como una de las estrellas del calcio.
Pocos jugadores en la historia reciente han logrado combinar velocidad, potencia y control como lo hacía Nedved. Era un cañón por banda. A ello había que sumar su capacidad técnica, que le permitía usar las dos piernas con solvencia. Y por último, contaba con un extraordinario golpeo de pelota. Un jugador muy completo que a finales de la década de los 90 ayudó al Lazio a brillar, tanto en Europa como en la Serie A, ganando la Recopa en 1999, además un doblete en la siguiente temporada.
Con la llegada del año 2000, Nedved, de 27 años, ya era una figura consolidada. Tras la marcha de Zidane al Real Madrid, la Juve invertía parte de los ingresos por la venta del francés en el fichaje del checo.
Nedved llegaba con la complicada tarea de suplir al número uno del mundo por aquellos tiempos. Pero al melenudo checo los retos no le asustaban. Nada menos que ocho temporadas vistió Pavel la zamarra bianconera en la que llegó a levantar 4 scudettos, dos de ellos retirados por el escándalo del Moggigate.
Muchos de los pesos pesados del equipo se mantuvieron fieles al club y se encargaron de llevar de nuevo a la Juve a la élite tras su descenso a la Serie B. Del Piero y Nedved fueron dos de los grandes artífices de aquel ascenso.
El checo tuvo tiempo de jugar dos temporadas más en la Serie A. Con 36 años, aun le quedaba gasolina, pero consideró que era el momento y jugó su último partido diciendo adiós en una emocionante despedida de la afición juventina.
Pavel Nedved, Balón de Oro en 2003, siempre será recordado como uno de los mejores futbolistas checos de la historia.
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